Brexit no es un problema, sino una oportunidad

Sólo faltan días para que se active el mecanismo real del Brexit. El día siguiente será cuando comience todo. De hecho, la Unión Europea y Reino Unido se preparan ya para una rápida negociación que pretende dejar al país fuera del entramado europeo a principios de 2019.

Según la hoja de ruta marcada por Bruselas y Londres, el Brexit se llevará a cabo en dos fases. La primera servirá para cerrar todos los acuerdos esenciales que dejen a Reino Unido completamente fuera de la Unión. La segunda se prevé mucho más larga y compleja ya que se centrará en delimitar los términos de la futura relación.

Hacer un país más justo

Theresa May, primera ministra británica, cree que el proceso Brexit presenta una oportunidad para que en una sola generación, no sólo Reino Unido salga de la UE, sino que se pueda cambiar el país para hacerlo más justo para siempre. De ahí que ante la incertidumbre creada, el gobierno británico apueste por apoyar a las empresas innovadoras mediante una política fiscal que estimule la investigación e innovación, ya que lo que a la primera ministro le interesa, no es sólo la tasa impositiva corporativa más baja del G20, sino también una que sea profundamente favorable a la innovación tecnológica y revolución digital.

¿Qué consecuencias tendrá la salida del Reino Unido para Europa?

En Bruselas se están tratando varios temas calientes en la política europea tales como Turquía, refugiados, crisis griega y, por supuesto, el Brexit, tema que desde hace meses ocupa la mente de los políticos y empresarios europeos. Aunque la Cumbre del 15 de diciembre de 2015 en Bruselas probablemente contuvo dos de los asuntos en los que hay consenso claro entre los estados miembros: seguridad y defensa, como uno de los temas capitales que evidencia la inquebrantable voluntad política de que la UE es aún un gran proyecto integrador.

Tanto Berlín como París están dispuestos a asumir un nuevo liderazgo en la UE, asignando partidas presupuestarias para mejor coordinación en las operaciones militares así como una unidad operativa militar de respuesta rápida, todo esto en armonía con las estrategias diseñadas desde la OTAN.

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En 1953, Winston Churchill dijo: “Estamos con Europa, pero no somos Europa. Estamos vinculados, sin estar atados”. Por dónde se mire siempre aflora esa personalidad británica, que incluso se ha llegado a trivializar en cuestiones de meteorología, cuando se referían al tiempo europeo más allá de las Islas Británicas, por ejemplo, que había mal tiempo en el continente o incluso en Europa, como si ellos no lo fueran.

En realidad Churchill lo bordó al negar su condición de europeos afirmando su carácter y estirpe inglesa. Ninguno de los estados miembros de la UE ha mostrado satisfacción, al menos públicamente, por la salida de Reino Unido. Aunque casi nadie duda de que el mayor impacto económico y social caerá en los británicos, a pesar del efecto que también se produzcan en el resto de Europa.

Según algunos análisis y proyecciones económicas, se afirma que después del Brexit la UE se convertirá en un socio comercial menos atractivo a nivel mundial y perderá poder internacional. Al mismo tiempo se sostiene que esta circunstancia podría compensarse por un mayor proceso político integrador de toda la Unión, ya que Reino Unido es uno de los miembros que siempre se han opuesto con más vehemencia a una mayor integración. Existe una necesidad clara también, de que en la UE se instalase una política exterior más coherente.

En plena campaña del Brexit, los partidarios de la permanencia destacaban la importancia de las exportaciones a la UE para la economía británica. Era obvio que nadie dudaba de que los intereses económicos, financieros y comerciales estaban en juego como consecuencia de las estrechas relaciones comerciales y financieras existentes entre Reino Unido y Europa, las cuales se podrían ver restringidas quedando a expensas de las negociaciones.

La mayoría de los análisis económicos, tanto pre como post Brexit, llegaron a estimaciones más o menos parecidas en cuanto a las consecuencias negativas a largo plazo para Reino Unido, que podrían estar entre un impacto negativo del el 1% al 3% del PIB, partiendo del supuesto de negociaciones que llevasen a un resultado razonable para ambas partes. O sea, que se está abriendo una puerta posible a que las estimaciones se queden cortas, lo cual dependerá de cómo evolucione el crecimiento mundial en la década 2020-2030.

La UE tiene un superávit comercial de bienes de unos 100.000 millones de euros con Reino Unido, mientras que éste exporta 20.000 millones de euros en servicios, principalmente correspondientes al sector financiero. Algunas voces afirmaron que la UE se beneficiaría de un acuerdo de libre comercio razonable y justo con Reino Unido. Sin embargo, tiende a prestarse más atención a los bienes que a los servicios en los acuerdos de libre comercio. Suiza, donde los servicios financieros suponen un porcentaje superior del PIB que en Reino Unido, no tiene acceso generalizado a los mercados de servicios financieros de la UE y tiene un déficit comercial de servicios financieros con el bloque.

Fragmento del artículo ‘Brexit, comienza el declive del liderazgo británico’ escrito por José Luis Zunni director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN. 

Puede descargar el artículo completo pulsando aquí.

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