Las leyes del éxito

El éxito se gana. Y para prepararlo, es mejor conocer la leyes internas del éxito. Recordemos cómo el emperador Domiciano -sin ninguna experiencia militar- se fabricó una victoria (pírrica) en Germania para poder celebrar un triunfo en Roma y hacer la entrada triunfal en la ciudad compartiendo el arco triunfal de su hermano Tito, el verdadero héroe militar de la dinastía Flavia que conquistó Jerusalén. Pero si Domiciano nunca fue ni valiente, ni buena persona; lo que sí fue es un gran estratega y conocedor de las leyes del éxito.

¿El éxito es algo muy difícil de alcanzar? En realidad, no debería ser tan complicado encaminarse hacia ese largo camino del triunfo. Las personas tienen dos herramientas fundamentales para conducirse en la vida: una mentalidad abierta y flexible, junto a una buena gestión de las competencias emocionales. De ambas, surge la actitud que asumimos para todos nuestras acciones, sea en la vida laboral o personal. Esto no implica que las personas se pongan un piloto automático y una vez fijada la meta se lancen sin descanso. ¡No! La voluntad por llevar adelante cualquier acción requiere tanto de la motivación como de ser conscientes de que tenemos que hacer ajustes constantes, digamos que corregir el rumbo de la nave. O sea, que la mente abierta nos permite, como un buen piloto ante la tormenta, reconsiderar las coordenadas de nuestras acciones.

Por tanto, vamos a encontrarnos con diferentes caminos y oportunidades que tendremos que analizar y determinar cuáles son los que se adecuan mejor a las circunstancias actuales. O sea, que hay una serie de acciones que se realizan día a día y se van corrigiendo en función de los cambios en el entorno y otras variables, por ejemplo, cuestiones inherentes a un proceso de reorganización interna en la empresa.

Pero en todo caso, si bien están las acciones que deben revisarse de manera constante para que se ajusten a todos estos cambios, hay otras que nunca se modifican o mejor aún, lo hacen muy de vez en cuando. Éstas últimas corresponden a los valores y principios que tiene una persona. En el ámbito organizacional, es lo que se llama filosofía y cultura empresarial.

Si las razones tanto internas como externas nos fuerzan a reconsiderar dichos principios que regulan nuestra forma de pensar y actuar (como personas) o de implementar las acciones (como una organización), lo que sucede es que existe una nueva perspectiva para comprender y analizar el entorno, lo que nos lleva a la necesidad de considerar un nuevo paradigma. Cambiar de paradigma nos obliga a comprender con el mayor porcentaje de acierto posible, cuáles serán los escenarios en los cuales debemos movernos de ahora en más.

Algunas reglas que es conveniente no olvidar:

1º) Los éxitos del pasado no auguran que se repitan en el futuro.

El empresario Pyme que le dijo a su consultor ante una crítica de éste  sobre los procedimientos de comercialización que estaban aplicando: “llevamos veinte años haciéndolo así y nos ha ido bien”. Lamentablemente han sido muchos los empresarios que se aferraron a fórmulas y hábitos (nunca mejor dicho) que aplicaron en otras épocas y les costaba comprender que no servían más para los tiempos actuales.

2º) El hábito de dar prevalece sobre el de recibir.

La satisfacción que produce la entrega (dar lo mejor de nosotros mismos) y ser conscientes de que estamos ayudando, con nuestro apoyo y consejo, sin pedir nada a cambio, sólo cumpliendo con nuestra responsabilidad.

3º) Abrazar el cambio y no eludirlo.

La obsesión por señalar el error y a sus responsables evita centrarse en consultar a otros miembros del equipo la opinión para encontrar la manera de superar los problemas que están frenando la verdadera realización y el éxito.

4) El feed-back como instrumento de cambio y reconducir el camino del éxito.

El verdadero éxito viene del deseo de usar el feed-back como una herramienta para el cambio. La falta de éxito se debe a una actitud negativa acerca del cambio. Las personas que se atascan en su tarea y se agobian, no se sienten satisfechos ni felices, pero es más: son aquellos que ven sólo el feed-back como crítica personal.

5º) Reírse no sólo del éxito sino del fracaso.

Cuando un líder motiva a su equipo después de estar saliendo de una crisis, les explica que lo mejor que pueden hacer es no tomarse tan en serio el fracaso que han experimentado, lo cual es un gesto que asume el rol de motivación y también de cambio de actitud del equipo para enfrentar los nuevos retos.

La felicidad y la insatisfacción son estados de ánimo que si bien responden a cómo nos ha afectado un determinado hecho, no dejan de ser componentes emocionales que debemos gestionar para que no sea justamente la negatividad la que conduzca nuestras vidas. El líder efectivo encontrará siempre la motivación para que sus equipos comprendan que tienen razón más que suficiente para reanudar su compromiso de trabajo y esfuerzo que la organización requiere.

¿Hacemos los esfuerzos suficientes para alcanzar el éxito?

Personalidades de éxito como fue el gran pionero Steve Jobs o que en la actualidad es el líder británico Richard Branson, tienen puntos en común respecto a cómo se plantearon el éxito y una vez alcanzado, cuáles fueron las recetas para mantenerse en ese lugar de privilegio. Ambos empresarios creen, que si realmente se trabaja lo suficiente, el éxito está garantizado.

Es frecuente en determinados debates y discusiones online, que muchas personas al referirse a cómo se sienten en su actividad laboral habitual o en una nueva que recientemente han iniciado, no aflora la palabra éxito y menos si la comparamos con las ilusiones y anhelos que esas personas siempre han tenido respecto a poder cambiar su situación laboral a mejor.

La sensación de estar atrapados en un puesto de trabajo y justificar la inacción (no buscar esa mejora que es posible) culpando a la crisis y a que los tiempo no están para acometer experimentos laborales, es la causante directa del estancamiento en el que muchísimas personas sin darse cuenta, son las causantes de inhibir ese camino de éxito que requiere un decidido cambio de actitud.

Se pueden hacer esfuerzos, pero si no se tiene una actitud positiva de nada servirán. Líderes como Jobs y Branson siempre han sabido que todo el esfuerzo y tremenda voluntad iban a terminar en cubrir la meta que se habían impuesto. No renunciaron nunca a que todos sus esfuerzos no sirvieran para lograr dicho éxito.

Un número considerable de pymes fallan en los primeros dos años. Es un dato de la realidad y a escala global. Pero también es parte de la estadística, que las start-ups de mayor éxito o una gran cantidad de ellas que fracasaron en el pasado y ahora están teniendo éxito, se debe a volver a intentarlo y demostrar que se puede aprender y mucho del pasado.

No siempre se conocen con precisión las razones de dichos fracasos. Pero con seguridad, la persona con la visión y la fortaleza para iniciar el negocio inicialmente dejó de intentar de llevar a cabo todos los esfuerzos requeridos, o si no renunció a hacer el máximo sacrificio, no calibró todas las variables que entran en juego en el despegue de un negocio, tales como los nuevos desafíos que presenta el mercado, el riesgo financiero, el nivel de innovación tecnológica y la capacidad para incorporarlo, etc.

El éxito es una puerta abierta, que Ud. puede atravesar. Pero hay muchas personas y organizaciones que se quedan en el umbral, entonces es conveniente averiguar por qué, qué es lo que se hizo mal. Pero lo que sí es seguro, es que habrá que trabajar más y mejor. La perseverancia es la mejor compañera de viaje en este largo camino hacia el éxito.

Mantener una actitud positiva que no un optimismo estúpido

 Los grandes líderes siempre ha sido personalidades con una visión del vaso medio lleno, pero cuidado: con una gran comprensión de cuál era la realidad exacta que les rodeaba o el desafío al cuál se enfrentaban. No eran ilusos ni adolecían de un optimismo estúpido.

No cabe duda, que si se quiere llegar al éxito, el mejor interés que debemos poner es crear y mantener una actitud positiva. Cuando la actitud está vestida de un positivismo cierto y que se hace extensible a toda la organización, no sólo crece la esperanza y el entusiasmo, sino la oportunidades, mientras que los problemas se reducen.

Al iniciar cada día es bueno recordar cuáles son nuestras expectativas. En los ejercicios de reflexión y meditación que muchos líderes practican, justamente es en el momento que arranca su larga y tensa jornada, cuando ponen su pensamiento de manera clara y directa, encaminado a lo que tienen entre manos en ese día: reuniones, decisiones, feed-back con el equipo, etc. Es posible que la complicación de ese día no se inicie con todas las cosas a favor, pero su actitud será la que sigan buscando algo positivo y lo encontrarán. Le darán vuelta a la situación y verán las cosas desde otra perspectiva.

No pretenda leer la mente de los demás

Es del todo imposible saber lo que piensan las personas ni por qué hacen lo que hacen. Pero el conocimiento diario, sea en la vida laboral o familiar, nos hace descifrar muchas de las acciones, pensamientos y sentimientos que dichas personas de nuestro entorno manifiestan no de manera explícita.

Y este conocimiento ayuda mucho al compromiso con las acciones que se están implementando. Facilita que la crítica sea considerada como positiva y necesaria, no como algo personal. Cuánto más conozca el líder a los miembros de sus equipos, más facilidad se tendrá para elevar el nivel de compromiso y satisfacción de las personas, factores éstos de importante peso en el camino del éxito.

Por último, acabar de contar la anécdota iniciada al comienzo de este artículo. El emperador Tito Flavio Domiciano celebró su triunfo y engañó a toda Roma; pero el esclavo que portó la corona de laureles no se atrevió a pronunciar la consabida frase de ‘memento mori’ (recuerda que vas a morir), pero movía los labios para que la plebe y los senadores no sospecharan de su misión, porque Domiciano era un gran estratega del éxito, pero nunca fue un líder. Y además, los legati y legionarios de la frontera germana que sí conocían su felonía, fueron los que finalmente acabaron despojándole del trono, tras la breve transición de Nerva, y eligiendo como emperador a un hispano llamado Trajano. Y es que hay que alcanzar el éxito, pero con liderazgo y ética.

Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es, en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN, y Eduardo Rebollada Casado miembro del ECOFIN Management & Leadership de ECOFIN.

 

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