Espíritu emprendedor o la pasión por el riesgo

Emprender es salir de la zona de confort. La pasión por la velocidad y el riesgo es consustancial en los grandes deportistas del motor, pero también entre los emprendedores que viven cada minuto del día como un reto de riesgo permanente. Pasión, riesgo, resiliencia, superación.

El emprendimiento es una aventura. Nuestro amigo Nacho Villoch (@capitancook) lo explicó muy bien en su libro ‘La aventura de Diana’, una novela empresarial para aprender de innovación y emprendimiento. Y como en la singladura de un velero, hay que estar preparados para momentos de bonanza y de tempestad. Y suelen ser más frecuentes las segundas, que las primeras.

Crisis, riesgo y liderazgo

En una reunión que presidimos dos de los autores de este artículo (Salvador Molina y José Luis Zunni) hace algunos años, cuya finalidad era explicar cómo se creaba y hacía funcionar un comité de crisis frente a posibles muertes de trabajadores de la construcción, surgieron por parte de la plana mayor dudas sobre hasta dónde llegaban las responsabilidades de ser empresario frente a accidentes que inevitablemente suceden antes o después.

En esa ocasión, antes de referirse a cómo y por qué debía crearse dicho comité, Molina y Zunni hicieron una descripción detallada de por qué a las personas en su condición de emprendedores y empresarios se les presupone capacidad para asumir cualquier tipo de reto y también de soportar riesgos que deben ser previstos y medidos.

Dijeron que un empresario no es sólo un estereotipo que asigna recursos para obtener beneficios asumiendo algunos riesgos. Esto sucede, como mucho, en un 1% de los casos que a diario se presentan. En cambio, describieron una realidad que era y sigue siendo tozuda, que hace que haya que contar con mucha pasión, dedicación, responsabilidad y optimismo desterrando al emprendedor y empresario inseguro o que termine siendo afectado por cuestiones que no creían que iban a darse pero finalmente han sucedido. Y en este punto subyacen las personalidades que ya apuntan a ser líderes porque tienen asumido todas las cuestiones adversas que se les pueden presentar.

Finalmente, se abordó el tema del comité de crisis motivo de la reunión. Pero una vez finalizada la misma, el consejero delegado expresó su agradecimiento a los ponentes por tan precisa descripción de lo que significa la responsabilidad de emprender y la necesaria asunción de riesgos que ello conlleva.

Si bien la iniciativa empresarial se origina y auto-estimula con libertad y flexibilidad, también hay una gran cantidad de responsabilidad y una necesidad aún mayor de disciplina. Emprender y asumir riesgos no significa ser desordenado, sino curioso en cuanto a si está o no capacitado para ser un emprendedor del cual dependa no sólo la viabilidad del proyecto, sino también las personas.

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Se debe tener una personalidad proactiva, dinámica, que le guste tomar la iniciativa, porque es crucial para el éxito empresarial. Es frecuente estar solo y sentirse solo. Por ello, debe contar con buen asesoramiento y consejos. Tendrá que olvidarse del reloj y tratar de gestionar su tiempo de la mejor manera posible. El emprendedor que no tiene el auto-control suficiente puede hacer que las distracciones hagan peligrar su trabajo y el de las personas que están bajo su mando.

Signos que distinguen al emprendedor

1.- Se poseen habilidades que tienen muchas otras personas.

Un emprendedor en potencia puede no tener formado el sentido social del proyecto que quiere llevar adelante. Pero esa carencia de sentido comunitario, no significa que no pueda iniciarse en el mundo empresarial, aunque sí podría dificultar su éxito.

Tener habilidades que también poseen otras personas sugiere que podría ser un empresario, pero debe mantenerse en el plano más realista, logrando un buen nivel de comunicación no sólo con los terceros interesados en lo que podrá ofrecer su nueva startup, sino muy especialmente con el personal que tiene que confiar en que el proyecto y la forma de hacer negocios es la correcta. Esa predisposición a la comunicación hacia dentro y fuera de la empresa, le evitará enfrentarse a dificultades para formar asociaciones, facilitará la atracción de los clientes y fomentará la creación de redes dentro del sector en el que se mueva en el mercado.

2.- La inseguridad no significa cobardía.

Muchos empresarios que realmente han tenido éxito y se les juzga como ambiciosos, en el fondo son muy inseguros. El temor es parte de la naturaleza humana dentro de ciertos límites razonables, porque hace que se empleen a fondo líderes y personal, sabiendo de la responsabilidad que tienen entre manos. Que no es algo sencillo y que les costará llegar a la meta, pero que finalmente la alcanzarán. Por el contrario, aquellos que son auténticos temerarios jamás podrán gestionar como buenos emprendedores su startup ni convertir su negocio en un modelo sostenible.

Sentirse inseguro no es un problema, sólo hay que saber utilizar esa emoción para dirigir las acciones a alcanzar los objetivos de negocio.

3.- La astucia es buena.

Tener la inventiva y creatividad suficientes para destacar en el proyecto que se pone en marcha es importante. Pero no lo es menos la astucia de arreglarse con los recursos que se tienen cuando no se va sobrado en esta materia. Esto no implica chapuzas, sino buscar la manera de encontrar que todo funcione. No se trata de disponer siempre del cash flow ideal adecuado a los planes, sino de ser creativo y ver cómo asignar los pocos recursos que se tienen disponibles.

4.- No hay reglas fijas sino oportunidades aprovechadas.

Los verdaderos emprendedores se resisten a la estructura actual de las cosas, especialmente cuando están trabajando por cuenta ajena en una organización en la cual aportan un valor añadido. Su inventiva les hace una y otra vez saltarse ciertas reglas porque ven que la burocracia inhibe a la organización de aprovechar ciertas oportunidades de negocio. Están convencidos de que existen nuevas y mejores formas de hacer las cosas, ideas que no fueron necesariamente apreciadas por sus jefes y, a menudo, fueron interpretadas como una crítica no deseada.

El emprendedor nato sabe que necesita al equipo que ha formado para llevar adelante su proyecto no sólo para cumplir su tarea y función, sino en la crítica, sugerencia, quejas, etc. que evidencien también la capacidad que tienen de no despreciar una sola oportunidad de competir más y mejor en el mercado.

5.- Retos y motivación.

Muchos empleados tratan de pasar la pelota o lavarse las manos  cuando se enfrentan a un problema. Los empresarios, por su parte, sí demuestran en cualquier acto de su vida estar más a la altura de las circunstancias, porque tienen claro que en su ADN está el asumir responsabilidades.

Los desafíos motivan a trabajar más duro, ya que un empresario no cree que nada sea insuperable. Es tal la pasión por el reto que asume que la adversidad es la circunstancia diaria que tiene que vencer. Se encuentra cómodo con ella. No sabe exactamente cómo va a discurrir el día, pero es lo que le apasiona.

6.- Convertir signos en acciones.

Muchas son las ocasiones en que la acción que debe emprenderse, o no se implementa o se hace a medias, porque somos nosotros el verdadero freno.

Un importante factor, por no decir esencial al crecimiento empresarial y personal, es la voluntad de aprender. En la actualidad contamos con un diccionario o la enciclopedia que nos da respuesta de cualquier cosa en segundos desde nuestro dispositivo móvil.

Cuando se oye hablar de las ideas de negocio, ese emprendedor que tiene el sello puesto en la frente siempre piensa en mejores maneras de hacer las cosas. Pero especialmente en menos planes y más acciones. Es lo que diferencia a un gestor de un líder. Y si el emprendedor tiene, a su vez, condiciones de ejercer un liderazgo efectivo, siempre valorará el trabajo en equipo y enseñará a sus personas más capacitadas y de confianza a coordinar tareas pese a que él estará permanentemente sobre cada tema, aunque su tiempo se lo permita sólo a ratos.

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Tendrá un apetito voraz de podcasts, libros y sitios web sobre la creación de empresas y el espíritu empresarial. Cada vez que una nueva idea le venga a la cabeza, se asegurará de cotejarla en la red a ver qué es lo que existe o se dice de ese tema.

No le molestará, más bien al contrario, toda ayuda que pueda dar a los demás y siempre tendrá la vocación de crear y dirigir una organización que tenga un impacto positivo en la sociedad. Será un profesional en la gestión de su tiempo y muy organizado dentro de su normal desorden. No es un contrasentido, sino que así controlará su vida personal y profesional.

No tendrá miedo a asumir un riesgo. En todo caso, le sonará emocionante porque el emprendedor cuenta con un espíritu competitivo que le viene desde el colegio o la universidad.

Puede que muchos emprendedores natos aún no se hayan convertido en emprendedores porque todavía no han creado una empresa, pero esa actitud ya forma parte de su personalidad. Como el carácter, que es innato. Buscan siempre lo nuevo, no se asustan por el esfuerzo y el tiempo de dedicación, especialmente el uso de las herramientas que se les brindan y las formas de conseguir mejores resultados.

Es frecuente que en las organizaciones en las que trabajan se hayan convertido en personas de confianza de sus directores. De ahí que les asignen responsabilidades porque pueden implementarlas correctamente dentro de los tiempos previstos.

Artículo coordinado por José Luis Zunni director de ecofin.es en colaboración con Salvador Molina presidente de ECOFIN, Javier Espina Hellín miembro de ECOFIN Business Schools Group, y Ximo Salas, miembro del ECOFIN Management & Leadership de ECOFIN.

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