Donald Trump da jaque a Silicon Valley

La mayor oposición al intervencionismo económico de Donald Trump viene del mundo libre, virtual y creativo de California. No, no sólo hablamos de Hollywood, la meca del cine. Hablamos del motor mundial de la economía digital, la meca de los emprendedores start-up y la revolución tecnológica. Es Silicon Valley y su modelo de crecimiento abierto basado en el talento, la innovación y la globalidad. ¿Podría Donald Trump -el rey del ladrillo- desestabilizar la economía global con su jaque (¿mate?) al oasis del talento californiano?

Si algo ha caracterizado a la globalización desde el inicio de la década de los 90 del siglo pasado, es la internacionalización de los negocios y mercados, lo que ha facilitado como nunca antes había ocurrido en la historia de la humanidad, la libre circulación de capitales, productos y servicios comercializados.

Sin embargo, la libre circulación de personas es otra historia. Excepto en un bloque económico-político como la Unión Europea, donde sus ciudadanos pueden desplazarse dentro de sus fronteras sin ningún problema y trabajar en cualquier estado miembro, en el resto del mundo las personas lo tienen más complicado.

Hay una excepción a esta regla: la incorporación de talento a gran escala que hace ya muchos años Estados Unidos ha venido haciendo, al reunir en sus universidades y empresas (especialmente las start-ups tecnológicas), a las mentes más brillantes que se integran en la primera economía del mundo, para llevar adelante su carrera profesional y crear su nuevo hogar.

Pero Donald Trump ha abierto varios frentes de combate en sus escasos seis días de presidente, aunque uno de ellos puede tener consecuencias muy negativas para ese impulso constante de innovación tecnológica que tiene Estados Unidos: su política inmigratoria.

Son muchos y relevantes los responsables de start-ups destacadas en Silicon Valley que afirman que este sector pionero en nuevas tecnologías a escala mundial, está listo para asumir el envite de la nueva administración Trump, en caso de que impulse sus políticas anti-inmigración de una manera que podría perturbar la capacidad de la industria para reclutar a las principales mentes tecnológicas globales. Sabemos perfectamente cuántos inmigrantes brillantes estudian en los Estados Unidos, y cuántos de ellos terminan fichando por una start-up tecnológica.

La posición de los líderes de Silicon Valley es que cualquier medida política que vaya en contra de la inmigración de cerebros, va a estar cruzando unas líneas rojas que estas empresas punteras no consentirán y ofrecerán una dura batalla al nuevo presidente. De hecho, el lobby de start-ups de Silicon Valey se está moviendo en Washington.

Silicon.Valley (2)

¿Qué pasará si se suprimen los visados para estos inmigrantes destacados de diferentes procedencias del planeta?Estas visas son utilizadas por las compañías de tecnología en toda la industria, que se podrían ver obligadas a cubrir el déficit de personal de gran talento y capacitación que no puede ser únicamente llenado por profesionales estadounidenses. Y es normal que así sea, porque vivimos en un mundo global e ir en contra de sus reglas es algo contra-natura.

Cerrar las fronteras es como pegarse un tiro en el pie. Va en contra del propio crecimiento norteamericano, pero es especialmente grave cuando se pone en serio riesgo la disponibilidad de recursos humanos que tienen una gran preparación, habiéndose educado y formado en un mundo digital caracterizado por su tremenda exigencia.

En definitiva, debería dar igual el lugar de origen de una persona, debiendo interesarse el gobierno sólo por lo que ese profesional puede aportar al país que lo acoge, en el que va a estudiar, sea un master o un doctorado, o incluso los que cursan todas sus carreras de grado en Estados Unidos. Porque cuando un estudiante destaca en sus estudios, las mismas universidades y escuelas de negocios le facilitan un puesto de trabajo a través de los acuerdos que tienen con empresas punteras, especialmente las de las nuevas tecnologías, puesto que tanto la empresa como la universidad se verán beneficiadas.

¿Por qué? Porque la parte académica (el área de investigación) y la parte que representa el mercado (generalmente start-ups tecnológicas) son las primeras interesadas en facilitar la creación de una poderosa red de conocimiento e innovación que termina siendo lo que el Silicon Valley en definitiva representa: la suma de inteligencia y talento al servicio de la industria más puntera del mundo e impulsando siempre hacia delante el estatus de Estados Unidos como primera potencia tecnológica y económica del mundo.

Es evidente que la industria tecnológica reaccionará de una manera rápida y contundente, como de hecho ya se están escuchando las primeras voces autorizadas ante estos primero movimientos de Trump. El nuevo presidente puede tener un carácter firme, pero seguramente como empresario multimillonario de éxito que es, no desoirá las voces de aquellos representantes de las nuevas tecnologías que le dicen claramente que Estados Unidos podría perder el tren de la innovación científica y tecnológica. Y esto sería imperdonable.

Un estudio reciente de la National Foundation for American Policy de marzo de 2016, ‘Inmigrants and billion dollar start-ups‘ (‘Inmigrantes y start-ups de miles de millones’) que firma Stuart Anderson, afirma que los inmigrantes desempeñan un papel clave en la creación de start-ups de rápido crecimiento, como queda demostrado en el hecho de que muchos de sus fundadores sean extranjeros. Además, un porcentaje importante de personal que ocupa puestos de responsabilidad en las principales empresas privadas del país, tampoco ha nacido en Estados Unidos.

Los datos son impactantes: los inmigrantes han iniciado más de la mitad (44 de 87) compañías tipo start-ups valoradas en 1.000 millones de dólares o más. Otro dato relevante es que también los extranjeros son miembros clave de los equipos de gestión o de desarrollo de productos en más del 70% (62 de 87) de estas empresas.

La investigación concluye que estas start-ups de1.000 millones de dólares han creado un promedio de aproximadamente 760 puestos de trabajo por empresa en los Estados Unidos. El valor total de las 44 empresas fundadas por inmigrantes es de 168.000 millones de dólares, lo que representa cerca de la mitad del valor de los mercados bursátiles de Rusia o México.

Unos cuantos países forman parte del top de la lista como los lugares de procedencia más comunes para los inmigrantes fundadores. El top cinco de éstos son India, Canadá, Reino Unido, Israel y Alemania.

Algunas de las empresas de Silicon Valley que forman parte de la lista de Forbes 500 son Adobe Systems, Apple Inc., Cisco Systems, Ebay, Google, Hewlett-Packard, Intel, Nokia, Oracle Corporation entre las más reconocidas mundialmente.

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En cuanto a las universidades de la zona se encuentran: Universidad de Berkeley, Universidad Estatal de San José, Universidad de Santa Clara, Universidad de Stanford y San Jose City College (universidad comunitaria).

¿Cuál es la sensación que se tiene al leer estos datos? Que hay una gran inteligencia colectiva que es la que representa el auténtico capital de Silicon Valley y que sus organizaciones, muchas de ellas marcas que hace tiempo están reconocidas en todo los mercados mundiales, sufrirían un serio revés si perdiesen la oportunidad de seguir incorporando talento extranjero.

Donald Trump cumplió el lunes pasado su promesa de retirarse de la Trans-Pacific Partnership (Acuerdo del Pacífico) a pesar de las advertencias de Silicon Valley de que esta medida podría provocar un retraso importante en la industria tecnológica. Porque de haberse aplicado, habría reducido los aranceles y estimulado el comercio entre Estados Unidos y otros 11 países del área Pacífico, entre ellos Canadá,

México, Japón y Vietnam.

Al quedar sin aplicación el tratado, algunas expertos de la zona de la Bahía de San Francisco, creen que las nuevas políticas afectarán tanto a los poderosos de las nuevas tecnologías como a empresas tipo pyme del sector tecnológico. En Silicon Valley son 105.000 los empleos que dependen directamente del comercio exterior.

El presidente Donald Trump se prodigó en sus discursos de campaña electoral con la frase que ya deja de ser un eslogan para convertirse en un axioma político: “We’ll make America great again” (“Vamos a hacer Amércia grande otra vez”). No tenemos dudas de que Estados Unidos tiene por delante grandes desafíos geoestratégicos de relevancia y que deben ser atendidos, como ocurre por ejemplo con la guerra de Siria. Pero no por silenciosa la lucha abierta entre Silicon Valley y la Casa Blanca dejará de tener impacto en las próximas semanas, ya que además, si quiere seguir siendo la primera economía del mundo, no puede dejar de impulsar uno de sus baluartes más sagrados: la innovación tecnológica.

El apoyo que desde el gobierno federal se ha dado a universidades y start-ups tecnológicas en los últimos años no debería mermar para que los mejores, los que sin duda son parte de la inteligencia más excelente del planeta, formen parte de la sociedad norteamericana y tengan todas las facilidades para liberar su talento, multiplicándose las patentes de invención y todo tipo de desarrollos. En caso contrario, una política inmigratoria equivocada será el inicio de la decadencia tecnológica de Estados Unidos. Puede que no se note en uno o en dos años, pero marcará una tendencia. Los plazos en la formación y capacitación de las jóvenes generaciones en cualquier país no son cortos. Trump lo sabe. Veremos que pesa más, si su bravuconería o su sentido común, que en verdad lo tiene.

Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, en colaboración con Salvador Molina, presidente de ECOFIN, Javier Espina Hellín, miembro de ECOFIN Business Schools Group, y Ximo Salas, miembro del ECOFIN Management & Leadership de ECOFIN. 

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