¿Cuál es el futuro de la prensa?

 

Joaquín Mouriz

Esa pregunta la hemos escuchado cientos, incluso miles de veces en los últimos años. La crisis en la que estamos inmersos, el descenso de la inversión publicitaria que hace tambalear un modelo de negocio secular y, cómo no, Internet, que, según muchos, es el intruso aniquilador del rigor y la tradición del periodismo. Desde este mismo momento adelanto que en estas líneas no van a encontrar respuestas a estos dilemas pero si una ferviente defensa de un medio que siento como propio y que lejos de ser un culpable de la actualidad es, por un lado, escrupuloso notario y, por otro lado, una tabla de futura evolución ya que dar la espalda a la red si que supondría un auténtico suicidio para los medios de comunicación en general y para el papel en particular.

Y este marco fue el que debatimos en la Universidad Complutense con los estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Información. He de confesar que, por segundo año consecutivo, quedé no muy gratamente sorprendido con la respuesta de los universitarios. Me explico, no hablo de su vocación ni de sus ganas de crecimiento, hablo de su actitud general de negación a los medios sociales en Internet y, en muchos casos, de su discurso negativo, más propio de figuras periodísticas al borde de la jubilación, defensores de la tradición más inmovilista, que de chicos jóvenes pertenecientes a una generación “hiper conectada” y carente de brecha digital. Evidentemente el alumno es el resultado de una mezcla entre la influencia y los conceptos inculcados en las aulas y de su propio espíritu crítico. Si comienzo por el segundo, considero que la proactividad del futuro periodista debe ser como el valor de los toreros, que se le presupone. Si alguno no lo tiene o no es capaz de hacerlo nacer, quizá debería plantearse un cambio de rumbo profesional antes de que la cruda realidad le golpee duramente. Más preocupante me parece el primero, es decir, aquello que se recibe por parte de las universidades en las clases. Los propios alumnos me confesaban, entre bambalinas, que las asignaturas no se adaptaban a sus expectativas y que consideraban que la universidad no vivía cara a cara con la realidad. ¿Qué les voy a decir? No entraré en la polémica de criticar unas aulas que abandoné hace más tiempo del que me gustaría recordar. Afirmo que así era en “mis tiempos” y sentiría profundamente que nada hubiera evolucionado en todos estos años. Sentiría ver como se forma a profesionales orientándolos a vivir del trabajo por cuenta ajena en vetustas redacciones que ya están dejando de existir y que el futuro y los cambios tecnológicos vaya usted a saber en qué sistema de trabajo las convertirán.

El congreso hablaba de periodismo autónomo o freelance. Siempre pienso que eso es lo que a veces vemos en los “telefilmes” norteamericanos. ¿Acaso estoy yo también contagiado de un oscuro sentimiento pesimista de la que ha sido mi profesión? ¿Es el mercado español capaz de dar cabida a un número considerable de periodistas “por cuenta propia”? Lo que es evidente, y de ello hablamos, es que el mundo periodístico está cambiando, las empresas sufren un auténtico vía crucis y los formatos, anoréxicos, son una sombra de aquellos que leíamos hace algunos años. Pero me pongo en la piel de esos alumnos y, francamente, entiendo el desanimo, la frustración e incluso el enfado. Uno de ellos me comentaba que no entendía perder años de su vida cursando asignaturas que no le preparaban para enfrentarse con el entorno profesional que le acechaba al término de sus estudios. Dejo aquí este comentario para que los interesados lo lean, recapaciten y analicen qué problema existe y sus posibles soluciones.

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