El futuro de la formación de postgrado, por Antonio Alonso

No se puede analizar el estado actual de cualquier materia objeto de estudio, si no se hace referencia a cómo se llegó a la situación actual. No es una excepción, por tanto, la evolución que hicieron las escuelas de negocio hasta el presente.

 

Mientras han tenido éxito en analizar las cosas, en la separación de las funciones especializadas (planificación estratégica, marketing, análisis financiero, etc.) no ha sido equivalente el que han tenido en cuanto a la capacidad de transmitir y formar a la gente en hacer una síntesis, en tener una visión coherente o un sistema integrado. Pero es una preocupación que si bien la teníamos antes del inicio de la crisis, ahora, después de seis años de padecer una recesión económica, nuestra preocupación se ha incrementado.

 

Porque los estudios de postgrado tienen que estar necesariamente integrados en los procesos de transformación social y económica que se dan en un país. Y nosotros, estamos haciendo un esfuerzo para ser parte de la solución, no del problema.

 

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Cuando se pone el énfasis en el análisis, esto nos conduce a una intensificación de la técnica o de un pensamiento estructurado, casi de fórmula. Y esto es algo que ya hemos venido corrigiendo, introduciendo nuevas visiones sobre los métodos de pensamiento, como el paralelo, el creativo, nuevos modelos de negocio que no se centran únicamente en el tradicional enfoque maximalista, etc.

 

La técnica no sustituye al cerebro, aunque es una ayuda fundamental en una sociedad que depende de ordenadores y de una permanente innovación tecnológica en las comunicaciones. No es que la técnica no deba utilizarse, ni aprovechar todas las herramientas que nos brinda para facilitar nuestras tareas. Lo que decimos, es que debe utilizarse con precaución y en el contexto adecuado, no de manera genérica.

 

No queremos significar que la gente de negocios tenga que tomar el lugar de los políticos para resolver los problemas sociales, pero tendrán que gestionar cada vez más con mayor sensibilidad en el impacto social que tienen sus decisiones.

 

Ha sido Durand Thomas en su libro de 2007 ‘The future of business schools scenarios and strategies for 2020’ (‘El futuro de las escuelas de negocio, escenarios y estrategias para 2020’) quien se pregunta: “¿En qué medida las escuelas de negocios de Europa contribuyen a la competitividad de la economía?”. Dando una explicación de que las escuelas de negocios europeas imitan a sus homólogas norteamericanos con el fin de ponerse al día en la competencia de conocimientos y capacitación en gestión.

 

Nos preguntamos nosotros entonces si hemos desarrollado una propia identidad como instituciones, o por el contrario dependemos de la importación del know-how.

 

Responder a esta cuestión es esencial, para saber qué pasos debemos dar, como bien dice Durand Thomas para llegar en condiciones óptimas en la formación de postgrado a 2020.

 

Rakesh Khurana, profesor de Harvard Business School y autor del libro ‘From Higher Aims to Hired Hands: The Social Transformation of American Business Schools and the Unfulfilled Promise of Management as a Profession’ (Princeton University Press, 2007), en una entrevista a Business Week, al ser preguntado respecto a si las Escuelas de Negocio tenían o no alguna responsabilidad en la crisis internacional, respondió: “La educación empresarial forma parte del sistema de negocios. Por tanto, al ser integrante del sistema juega un papel relevante en la producción y también en las personas a quienes les forman en dichas ideas de negocio. También se ve influida por las organizaciones y prácticas de negocios, al mismo tiempo que influye en éstas. Por ello, creo que es un importante portal para examinar lo que ha sucedido en los últimos años en lo que respecta a la economía”.

 

Es evidente que está planteando un escenario de la realidad económica de un país cualquiera, en el que las escuelas de negocio no pueden estar ausentes como actores principales junto a otros como las universidades, empresas, instituciones, cámaras de comercio, gobierno, etc. en la distribución de responsabilidad social en la parte que a cada uno le corresponde.

 

Cuanto más integradas y coherentes son las acciones que se llevan a cabo en una sociedad, menos tensiones sociales y económicas se tendrán. No podemos excluir ningún actor principal en una sociedad, dada la complejidad actual y aceleración del cambio social al que estamos sometidos.

 

Rakesh Khurana afirma y con razón: “Las escuelas de negocio en particular, tienen la función de producir individuos que actuarán como guardianes de los intereses de la sociedad. Si eso no es un papel que las escuelas de negocios están dispuestos a tomar, creo que tienen importantes cuestiones existenciales y estructurales por resolver”.

 

 

Antonio Alonso fue jurado de los premios Titanes de las Finanzas 2013, que organiza anualmente ECOFIN

 

Es evidente que tenemos que coincidir con su posición, porque en una sociedad abierta y moderna como la española, no hay cabida ni para la exclusión en el complejo escenario político, ni para los privilegios de algunos sectores. La coalición de las instituciones de la sociedad civil detrás de un objetivo como país, su funcionamiento normalizado y el respeto a las diferentes competencias, hacen de una sociedad moderna algo todavía mejor: una sociedad más justa y equitativa.

 

Tenemos que tener en cuenta que tradicionalmente los cambios que se producen en una sociedad o en una organización, vienen del exterior. Por lo que, si queremos cambiar o modernizar para adecuar al cambio a una institución, hay que tener muy en cuenta el grado y orientación de esa presión proveniente del exterior (el entorno social, político y económico).

 

¿Debe preocuparnos el cambio? Desde ya que sí. Pero más preocupante aún, es la aceleración de aquel. Como instituciones, las escuelas de negocio no son inmunes al cambio, es más, ha sido el factor motivador más importante en el diseño y desarrollo de programas. Pero la resistencia natural al cambio debe convertirse en una filosofía de gestión del cambio.

 

Solamente desde una gestión acertada del cambio y una mayor proximidad a los problemas reales de la sociedad, las escuelas de negocio podrán cumplir con éxito el importantísimo rol que tienen en el crecimiento económico y social de un país.

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